1.
INTRODUCCIÓN.
El pueblo gitano es un pueblo que ha
existido a la largo de la historia. Siempre han sido nómadas y no han tenido un
país en concreto sino que han estado repartidos por distintos estados y países
del mundo. Por ello es un grupo minoritario pues por no ser mayoritarios y no
tener un poder económico grande no son un grupo representativo del país.
“El nomadismo o la simple
provisionalidad de los vínculos del gitano con el territorio ha sido siempre
una fuente de problemas para sus relaciones con los poderes públicos, así como
con las comunidades con los que se afincaban”.
(Fernández
Enguita, Mariano. Escuela y etnicidad: El caso del pueblo gitano, 1996, pp.33).
Con respecto a este documento de Fdez.
Enguita, nosotras pensamos que por una parte al ser un pueblo nómada nunca ha
entrado en los grandes poderes políticos pero que igualmente por otra parte
siempre se ha visto como un pueblo marginal y extraño, y que los poderes
políticos siempre los marginan por el hecho de no compartir una cultura y por
los típicos roles de estos.
Los gitanos primero fueron simplemente excluidos, al
principio como parte de una política general de rechazo y hasta de expulsión y
luego como resultado agregado de las condiciones de vida de cada familia, grupo
familiar, clan o comunidad; dicho de otro modo, los gitanos se quedaron en gran
parte fuera por su modo de vida itinerante, porque ellos eran quienes
permanecían en las zonas rurales más deprimidas, porque acudían a las zonas
urbanas menos provistas de equipamiento, porque no había voluntad ni medios
para asegurar la escolarización universal, porque ellos mismos no tenían
grandes deseos de presentarse en las aulas y porque las autoridades payas
tampoco tenían una política específica de integración hacia el grupo.
Las características
de los grupos gitanos hacen de ellos una población comunitaria por excelencia:
dispersión geográfica, nomadismo, organización social ampliamente
transfronteriza, etc. Es pues evidente que un trabajo comunitario coordinado
aporta un valor añadido si toma en consideración lo que ya existe.
Los gitanos se han mantenido aferrados, de grado o por
fuerza (o ambas cosas) a ocupaciones y oficios tradicionales de carácter
artesanal, agrario, comercial o de servicios personales, permaneciendo casi por
entero al margen del desarrollo de la industria, las profesiones y los
servicios cuaternarios, que probablemente sean los que de modo más aparente
requieren capacidades abstractas como las que la escuela alienta.
Para los payos, el modo de vida gitano choca con
componentes nunca explicitados pero indispensables para la convivencia
cotidiana, parte de lo que los interaccionistas llamarían "el mundo que se
da por sentado". Para los gitanos, la identidad y la frontera étnicas son
mecanismos de compensación frente a un mundo hostil y de conservación de las
jerarquías internas al grupo. Para unos y otros, diversos procesos económicos y
algunas políticas públicas recientes han precipitado un contacto no deseado.
Más allá del peso de la
tradición, la reproducción de la frontera étnica se convierte en una respuesta
espontánea a dificultades y conflictos. El conflicto permanente en una forma de
mantener y reforzarla. Por otra parte, esta frontera es condición indispensable
para el mantenimiento de las relaciones de dominación en su interior,
relaciones asociadas al género, a la edad y a la primacía de unos clanes o
familias sobre otros. Se ha dicho del honor étnico que es "el honor de la
masa", y podría parafrasearse al Dr. Johnson para añadir que es "el
último refugio de los miserables". Tanto da que sean payos o gitanos,
españoles o franceses, catalanes o castellanos: cubrir de virtudes al propio
grupo y llenar de oprobio al otro y felicitarse a continuación de haber nacido
en el primero es cómodo y gratis, pues sólo requiere haber nacido
El
suelo que los gitanos ocupan o desean no es el de las zonas de alto valor, sino
el mismo en el que ya malviven una parte de los payos; las ayudas de
transporte, comedor, libros, etc. que reciben no se dan en colegios donde todos
los demás alumnos tienen sus necesidades perfectamente cubiertas, sino en
centros en los que las familias pasan a veces serias dificultades para cubrir
los gastos aledaños de la enseñanza o para que los colegios acepten a sus hijos
al mediodía. En suma, se dan todas las condiciones, en el que el sector más
pobre del grupo étnico dominante se convierte en el más abiertamente racista o,
simplemente, en el ariete de una realidad discriminatoria que el sector
privilegiado puede seguir comentando escandalizado con la tranquilidad que da
la distancia.
Nuestro trabajo se va a centrar en los gitanos
y la escuela como institución socializadora y medio para lograr la
interculturalidad.
2. LOS GITANOS Y LA ESCUELA.
Los gitanos hasta hace
poco no estudiaban carreras, aunque hoy en día se ha visto que cada vez más
gitanos y gitanas estudian en la universidad. Lo que pasa es que sobre los
gitanos hay un tópico que es siempre, lo que a los medios de comunicación
quieren mostrar, que no siempre es la verdad.
El analfabetismo no es una protección contra
las agresiones de otras culturas transmitidas por la escuela, sino que se
convierte en una grave desventaja ante un medio caracterizado por la
preeminencia del lenguaje escrito. Así pues, el futuro de las Comunidades gitanas
depende en gran medida de las fórmulas de escolarización de sus hijos.
Existen varios ejes de trabajo:
- la
organización de intercambios de impresiones y de experiencias, en
particular para entablar un diálogo con las comunidades gitanas
(desarrollo de relaciones directas);
- la
constitución de una red de proyectos innovadores centrados en la educación
a distancia, la elaboración de material pedagógico adaptado, la formación
complementaria de los profesores y el empleo de personal gitano; el
desarrollo de acciones coordinadas e información para luchar contra los
perjuicios y los estereotipos
- las
condiciones de escolarización son por lo general difíciles, en particular
a causa de la situación social y económica que impide a numerosas familias
escolarizar correctamente a sus niños;
- la lengua, la
historia y la cultura gitanas no son tenidas en cuenta de forma
suficiente;
Los
estereotipos y prejuicios influyen negativamente en el comportamiento de los
responsables políticos y administrativos, de los profesores, de los padres de
alumnos y de los demás alumnos; el rechazo sigue siendo un elemento importante
de la situación y frena el acceso de los niños gitanos a la escuela.
Pero el tiempo pasa muy deprisa y los gitanos,
ahora más quietos y con posibilidades de acceso a la escuela, se plantean lo
beneficioso que esto es para sus hijos. Romper el analfabetismo y tener acceso
a muchos conocimientos, a otras culturas, a otras profesiones.
Hay tres factores que han
contribuido recientemente a la escolarización acelerada de los niños gitanos:
la política de realojamiento, el salario de integración y el cierre de las
escuelas puente.
El factor mas obvio ha
sido y es el salario social, pues para recibirlo es necesario la firma de un
contrato que especifica la contrapartida
obligatoria de enviar a los niños a la escuela; la familia gitana
marginal acepta en esas circunstancia enviarlo por que no tiene otro remedio.
De manera no tan directa,
la política de realojamiento produce la misma dinámica. Los trabajadores
sociales que se encargan de controlar el censo de los elegibles para la
concesión de viviendas son los mismo que les insisten unos y otra vez para que
lleven a sus hijos a la escuela. Por lo tanto, el aspirante a conseguir la
vivienda tiene ahí un motivo para intentar agradar a ese intermediario entre el
y las autoridades payas.
El motivo principal de la
avalancha reciente, ha sido la supresión repentina de las escuelas puente. Su existencia ocultaba ante
la mayoría de la población paya la problemática de la escolarización de estos.
Su eliminación significo lanzar a los colegios públicos un número de niños
gitanos superior al que estaban acostumbrados.
Los nuevos alumnos gitanos
que llegan a los centro lo hacen a
menudo por vez primera pero con una edad que ya no corresponde ala del comienzo
de la escolaridad obligatoria, sino con algunos años de retraso. Así se
presenta el problema de las diferencias de nivel. Las dudas se plantean entre
clasificarlos por sus edades cronológicas asumiendo el desfase académico con
respecto a tus compañeros de su edad, o hacerlo según su edad y su nivel
escolar, en cuyo caso surgen problemas de relación y convivencia por la
diferencia de edad dentro de un mismo grupo.
Para los maestros
acostumbrados al grupo homogéneo, la irrupción de un cierto numero de alumnos
con un nivel absolutamente distinto es algo que se interpone en el ritmo
habitual de su clase, por mucho que lo acepten y lo asuman. Esto ocurre con
independencia de la medida en que el docente este en disposición y sea capaz de
afrontar la tarea de organizar un aprendizaje diversificado, individualizado.
Aunque lo mas común no es una afirmación de la diversificación o de la
individualización, sino simplemente se ignoran las diferencias, bien dejándolos
a su ritmo para mas tarde reflejar sus malos resultados, o bien
entreteniéndoles con tareas que nada tienen que ver con las que ocupan al
núcleo principal de la clase, modelando así una no-pedagogía para estos
alumnos.
Después de este primer
análisis sobre la relación entre los gitanos y la escuela, y las primeras
impresiones llegamos a la siguiente conclusión o “reflexión”:
Ya están sus
hijas e hijos en la escuela, no todos, faltan muchos, pero ya están llegando,
pese a la mala acogida que repetidamente se les hace, pese a las dificultades
que ponen las madres y padres de los niños no gitanos, pese a la poca (o
ninguna) preparación de las maestras y maestros y sus programas escolares, para
sus peculiares características (primer acercamiento a la escuela, falta de
hábitos escolares, desfase edad-conocimiento, demasiado vivos, no hechos a
horarios ni materias flexibles...). Pero, aun siendo esto importantísimo, no es
lo que más nos preocupa. Lo que en realidad les produce miedo es que su cultura
no es reconocida, no es valorada, no está inmersa en los programas
escolares. sus hijas e hijos se sientan en la escuela siendo gitanos, pero
cuando se levanten dentro de unos años ¿qué serán?
Se están
planteando una escuela intercultural y sin racismo que permita la
escolarización de los gitanos y de cualquier otra diversidad cultural sin la
pérdida de nuestra identidad, al contrario, partir de nuestras peculiaridades
culturales para construir el contenido de los programas escolares.
Una gran dificultad que se viene
planteando es el no reconocimiento explícito de las diversidades culturales en
la reforma educativa que se está llevando a cabo. La Logse habla siempre de
«nuestra cultura» como si sólo existiera una sola cultura dentro del Estado
español.
No debemos olvidar los
materiales didácticos que se utilizan en la escuela, como por ejemplo los
libros de texto (el material mas generalizado en nuestra sociedad); los gitanos
protestan por que en ellos no aparece un niño gitano ni una familia gitana y
solo aparecen los payos como ellos nos llaman.
De igual modo otro factor
importante es el idioma y sobre esto abrimos una pregunta a la sociedad ¿crees
que el caló debería hablarse o al menos aprender algo en la escuela? Al
preguntar a algunos gitanos estos nos responden que es la forma de comunicación
entre ellos y que de esa forma de que los payos no tengan que saber todo lo que
dicen entre ellos aunque otras personas dicen que el caló se utiliza
involuntariamente en el lenguaje coloquial de la calle y que hay palabras que
la comunidad paya sin saber que es de origen caló la utilizan y en muchas
ocasiones les cambian el significado.
. Los profesores ante la
interculturalidad:
Muchos profesores, antes
de llegar a ser profesionales de la educación, han estado inmersos en un clima
cultural abundante en prejuicios, estereotipos y juicios etnocéntricos. De ahí
que hasta los más comprometidos con el ideal de una genuina educación
intercultural manifiesta con frecuencia que tienen que “forcejear” con sus
actitudes inconscientes para no dejarse arrastrar por ellas a la hora de pensar
y actuar de acuerdo a su deseado principios conscientes interculturales. Por lo
tanto, el reto que tienen los profesores cuando acogen en sus aulas alumnos
minoritarios es lograr la afectiva y efectiva integración escolar de estos
niños mediante formas oportunas de actuar e interaccionar con ellos.
En una investigación
extensa (de Calvo Buezas) se encontró que después de preguntar a 1100 docentes
si le gustaría tener en clase alumnos de otras culturas, la media de respuestas
negativas fue el 9% , pero los alumnos que se llevaron mas rechazo fueron los
gitanos; en concreto el 25% de los docentes manifestó que no les agradaría
tener alumnos de esta etnia vecina en clase.
La pregunta que surge es
la siguiente: ¿no estarán fomentando este tipo de profesores situaciones
escolares segregadoras mas graves todavía que los guetos visibles de tipo
externo?.
. La escuela:
La escuela es un servicio público estrechamente ligado a
la idea de territorialidad. No sólo es territorial la oferta, sino que el
funcionamiento de la institución parte de la premisa de que se dirige a una
población enteramente sedentaria. No puede comprenderse de otro modo la
obstinada resistencia burocrática a organizar calendarios y horarios que se
adapten mejor a las necesidades y posibilidades de una población en la que son
prácticas corrientes el trabajo temporero lejos del lugar de residencia, los
desplazamientos de todo el grupo familiar por motivos económicos, sociales o
rituales o trabajos por cuenta propia que requieren una y otra vez el esfuerzo
familiar conjunto, incluido el de los menores. Es paradójico que en la era de
las redes informáticas, los aviones, el modem, la cartilla de viaje de la
seguridad social y la Europa sin fronteras, es decir, en una época en que se
superan en todos los aspectos los límites de la territorialidad, la escuela
siga siendo tan incapaz de aportar una respuesta en la parte que le
corresponde.
La
escuela se ha convertido en un instrumento sustancial de la formación para el
trabajo, en primer lugar, porque el proceso productivo moderno, en las
condiciones de la sociedad industrial o post-industrial, requiere hábitos de
trabajo propios de la actividad colectiva y la relación asalariada: actividad
regular, cooperación, valorización del tiempo, sometimiento a fines y medios
determinados por una autoridad, etc. Las aulas forman a los alumnos en las
pautas de conducta correspondientes gracias a aspectos rutinarios aparentemente
tan irrelevantes como los horarios, la atribución de usos al espacio físico, el
énfasis sobre el orden y la inmovilidad, la simultaneidad en la realización de
las tareas, el sometimiento a contenidos y métodos determinados por el maestro
o por otros situados por encima suyo, etc. Pero si hay algo que distingue a los
gitanos de los payos donde quiera que los encontremos, en cualquier momento de
su historia y mucho más que la itinerancia, el folclore, la lengua o cualquier
otro pretendido rasgo común, es la opción por la economía de subsistencia, por
el trabajo por cuenta propia o, lo que es más probable, por alguna combinación
de ambos. De por sí éste requiere un tipo de socialización distinto del que
ofrece la escuela, cosa hoy patente en múltiples lamentos sobre la incapacidad
de ésta para instilar en los jóvenes el sentido de la iniciativa, actitudes
emprendedoras, vocaciones empresariales, capacidades para el trabajo autónomo,
etc. Esto resulta incluso más cierto si no sólo se trata de trabajo por cuenta
propia, sino de un trabajo para el mercado en el que el otro lado de la
relación, el payo, es visto como candidato permanente al engaño en el precio y
en la calidad del producto, lo que al fin y al cabo no es sino una exacerbación
de la lógica del mercado, en cuyo caso no sólo la forma estructural de la
socialización escolar, funcional para el trabajo subordinado, sino el hecho
mismo de la socialización en común con el futuro público a explotar, el payo,
resultan contraproducentes desde el punto de vista de su previsible actividad
económica.
Los padres payos llevan a sus hijos a la escuela por que
confían relativamente en ella. Para el gitano, por el contrario, la escuela es
casi invariablemente un medio hostil al que envía a sus hijos con temor, tanto si lo hace por que se ha
visto obligado a ello como si es por que ha llegado el convencimiento de que
las ventajas y las oportunidades superan a los inconvenientes y los riesgos. Es
producto del hecho de que la escolarización sea obligatoria en general, si es
que no impuesta en su caso particular, de que las aulas sean el escenario de
transmisión de una cultura manifiestamente distinta y opuesta a la suya y de
que la institución sea directamente gestionada por las autoridades payas.
Del lado de los gitanos, y más allá del peso de la
tradición, la reproducción de la frontera étnica se convierte en una respuesta
espontánea a dificultades y conflictos, y el conflicto permanente en una forma
de mantener y reforzar la frontera. Por otra parte, esta frontera es condición
indispensable para el mantenimiento de las relaciones de dominación en su
interior, relaciones asociadas al género, a la edad y a la primacía de unos
clanes o familias sobre otros. Se ha dicho del honor étnico que es "el
honor de la masa", y podría parafrasearse al Dr. Johnson para añadir que
es "el último refugio de los miserables". Tanto da que sean payos o
gitanos, españoles o franceses, catalanes o castellanos: cubrir de virtudes al
propio grupo y llenar de oprobio al otro y felicitarse a continuación de haber
nacido en el primero es cómodo y gratis, pues sólo requiere haber nacido.
Cuando los alumnos gitanos se acercan a la escuela se
encuentran con diferencias esenciales entre los modelos observados en la
familia y los que ofrece la escuela, esto representa una serie de dificultades
añadidas a las propias que conlleva el aprendizaje:
- Debido al
estilo de disciplina impuesta en la familia, el niño llega a la escuela
sin los hábitos y esquemas necesarios para adaptarse a la actividad
escolar, los que posee se han desarrollado en otra dirección.
- La brusquedad
en el paso de niño a adulto, como ya se ha señalado, dificulta que en la
escuela adquieran responsabilidades de forma paulatina.
- La
comunicación verbal en la familia se caracteriza por la ausencia de
conceptos abstractos o sutiles. En la escuela el niño tendrá dificultades
para comprender estos contenidos abstractos que en muchos casos no parecen
guardar conexión con la vida. Esta dificultad es especialmente importante
en la adquisición de la lectoescritura. Al pasar de la Enseñanza Primaria
a la Secundaria el nivel manipulativo da paso al reflexivo y formal
agudizándose las dificultades.
- En casa se
proporciona poca estimulación y escaso apoyo respecto a las materias
tratadas en la escuela, es raro que vean a sus padres leyendo o
escribiendo. Es necesario considerar, también, los esquemas diferentes de
orientación vocacional en función de la clase social y el sexo.
- Suelen
orientarse hacia el presente y la consecución de objetivos a corto plazo,
mientras la educación es totalmente a largo plazo.
- El contacto
entre los padres y la escuela es muy deficiente, o no existe o si aparece
no se da en condiciones de igualdad. La familia se acerca al centro sólo
cuando surgen enfrentamientos entre ellos y la escuela, en ocasiones, ésta
convoca a los padres exclusivamente para informar sobre el mal
comportamiento o los problemas con el alumno. Por todo esto aparece una
desconfianza por parte de las familias hacia el centro educativo del que
desconoce su funcionamiento y los recursos con los que cuenta.
- Existe desconfianza
hacia otros grupos sociales, lo que limita a los niños para iniciar
interacciones con esos compañeros.
- Existe un
desconocimiento de la cultura gitana por gran parte de los profesionales
dedicados a la educación, esto impide que en la institución escolar haya
referencias a la misma y se compartan sus valores.
- La falta de
reconocimiento, por parte de la escuela, de los valores con los que el
niño se identifica puede llevar a la infravaloración de su propio grupo
cultural o al rechazo de la escuela.
Los aspectos anteriores favorecen que aparezca otro
factor, que es a la vez causa y consecuencia de muchos de los problemas
expuestos antes, el absentismo escolar:
- El niño
fracasa porque no asiste, pero no asiste porque fracasa.
- No se adaptan
ya que no van a clase, pero no van a clase porque no se adaptan.
- Como no acuden
con regularidad sus intereses y motivaciones no se tienen en cuenta, pero
como la escuela no les interesa ni motiva no acuden a ella.
- Es verdad que
en edades muy tempranas cuando muchos de los alumnos aún no presentan
estos aspectos, si aparece el absentismo debido a otras causas como la
sobreprotección y la escasa valoración de la educación por parte de las
familias. Pero también es cierto que en gran parte de los gitanos el
absentismo comienza en edades más tardías (en torno a los 11-12 años) y
que a partir de ese momento es cuando sufre un incremento hasta llegar a
producirse abandonos totales del Sistema Educativo.
Como conclusión o resumen final sobre el tema podemos
decir que los padres gitanos sentían verdadero rechazo a la escolarización en
Educación Infantil debido a la sobreprotección que se ejercía sobre los menores
y a la tradición cultural que consideraba que el mejor lugar para un niño era
al lado de su madre durante todas las horas del día. En cuanto a los de edades
superiores abandonaban la educación en cuanto se les necesitaba en la familia
para el trabajo dentro o fuera del hogar. Todas sus tradiciones y costumbres
más arraigadas, algunas de las cuales se han ido exponiendo anteriormente,
venían a apoyar las teorías que alejaban a los menores de la escuela y de la
educación formal. Su proceso formativo estaba muy ligado a las enseñanzas de
sus mayores, trasmitidas de forma oral y vivencial en la familia y la
comunidad.
Con la reforma del Sistema Educativo la edad escolar
obligatoria se amplió en dos años de los 14 a los 16 (actualmente abarca desde
los 6 hasta los 16 años), y la Educación Infantil se garantizó desde los 3
años. Esto supone que las familias gitanas vieron incrementada su posibilidad
de acceder a la educación, pero también su deber de permanecer dentro de la
educación reglada y formal.
Actualmente esa realidad está cambiando y la
escolarización de los gitanos en edad obligatoria es casi del 100% de la
población. La mera escolarización de los niños en unas determinadas edades no
garantiza la igualdad de todos ellos ante el hecho educativo. Las posibilidades
de "éxito" escolar están mediatizadas por múltiples factores, muchos
de ellos ajenos a la individualidad de los alumnos como puede ser el lugar de
residencia, la procedencia social, la pertenencia a una determinada minoría...,
es decir se encuentran en situación de desventaja a causa de lo que podríamos
denominar una "deficiencia social".
Bibliografía:
·
Número
7/8 - Diciembre 2000 - Revista Bimestral de la Asociación Secretariado
General Gitano.
·
Fernandez
Enguita, Mariano.1996.” Escuela y etnicidad: el caso del pueblo
gitano”.Proyecto sur de ediciones.
·
Artículo
de revista universitaria: Jordán Sierra, José Antonio, “Influencia del
profesorado en la integración escolar del alumno minoritario”.ediciones
Universidad de Salamanca.
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