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miércoles, 19 de noviembre de 2014

El pecado de los espías: ¿Quién está a cargo?

Shlaj(Números 13-15)


“Moshé renombró a Hoshea hijo de Nun, “Yehoshua”” (Números 13:16)
Antes de la partida de los 12 espías, Moshé le cambió el nombre a su discípulo Hoshea a Yehoshua. Ese cambio contenía en él un rezo para que Dios salvara a Yehoshua del plan de los espías. Sin embargo, aún debe explicarse, por qué Moshé estuvo de acuerdo con mandar espías si él estaba consciente del plan de blasfemar la Tierra de Israel. Además, ¿por qué rezó solamente por Yehoshua y no por Calev y los otros?
El Gaón de Vilna (en Emuná Vehashgajá) explica que hay tres formas en las cuales Dios manifiesta su Divina Providencia. La primera forma se llamahanhagá nisit, la manifestación de milagros abiertos. Esta fue la forma en la cual se relacionó con nosotros durante los 40 años en el desierto. Una Nube de Gloria nos acompañaba de día y un pilar de fuego durante la noche; comíamos el maná que caía del cielo; y nuestra sed se calmaba con agua que provenía de un pozo que fluía desde una roca y que nos acompañaba en nuestro viaje. Cuando pecábamos, la retribución Divina seguía inmediatamente de una forma inequívoca.
El segundo tipo de Providencia Divina se llama hanhagat nisim nistarim. En esta etapa, Dios se relaciona con nosotros a través de milagros ocultos. Esto describe la forma como Dios se relacionaba con nosotros en la Tierra de Israel, antes de nuestro exilio. En ese momento, era evidente una relación directa entre la naturaleza y la observancia de la Torá. Cuando cuidábamos las mitzvot y nos esforzábamos en Torá, las lluvias caían en su tiempo y en cantidad apropiada, la salud y la riqueza era nuestro lote; y cuando pecábamos, había sequía y hambruna.
Desde nuestro exilio de Israel, hemos experimentado la tercera forma de Divina Providencia, hester panim. En esta etapa, Dios esconde Su rostro de nosotros, nuestra habilidad de ver la Divina Providencia de Dios en el mundo se hace defectuosa.
El Gaón de Vilna explica que las variadas manifestaciones de la Divina Providencia difieren sólo en cuanto a nuestra percepción. En realidad, Dios controla y guía el mundo igualmente en un período en el que experimentamos milagros Divinos como algo natural y en períodos donde todo lo que vemos es función de la naturaleza. Simplemente en este último período, Dios esconde Su rostro.
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Nueva tierra
Nuestros patriarcas en el desierto estaban conscientes que al entrar en la Tierra de Israel, la forma en la que Dios se relacionaba con nosotros cambiaría de ser una de milagros revelados a una de milagros dentro de la naturaleza. El maná no iba a caer más del cielo; sino que, íbamos a tener que arar, plantar y cosechar para poder comer. Ya no nos acompañaría un pozo; sino que dependeríamos de la lluvia para saciar nuestra sed.
Sin embargo, su error, fue razonar que si sus vidas iban a estar aparentemente sujetas al mismo orden natural que el resto del mundo, entonces su éxito final o su fracaso dependía de su propio poder militar. Ese fue un error lamentable.
Moshé rezo que Yehoshua se salvara de esa visión errada. Moshé razonó que él podía probarle a la gente su error dejándolos ver la Tierra de Israel. Él esperó que se dieran cuenta de la imposibilidad de la conquista solamente con su propio poder. Y a pesar de eso Dios les aseguró que ellos conquistarían la tierra. Ellos debieron haber concluido que obviamente Dios planeaba seguir ayudándolos, a pesar de que lo haría con milagros menos revelados.
Yehoshua, que debía dirigir al pueblo judío durante la nueva etapa de Divina Providencia, requería un rezo especial para no tener una perspectiva distorsionada sobre la naturaleza. El nombre Yehoshua significa – Hashem Yoshia – Que Dios te salve. El nombre Divino representa la síntesis entre la aparente causa y efecto del mundo natural y el vínculo íntimo espiritual de Dios con el hombre – la yud representa la creación de Dios del Mundo Venidero y la heh la creación de este mundo. Moshé rezó para que Yehoshua viera la naturaleza como nada más que un velo sobre la Divina Providencia directa de Dios. Por eso Naturaleza – Hateva – y el nombre Elokim son numéricamente equivalentes.
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Lluvia y lágrimas
Moshé le dijo a los espías que trajeran las frutas de la Tierra de Israel precisamente para que entendieran la lección de que aún serían completamente dependientes de la beneficencia de Dios. Sin agua, las frutas no pueden crecer, y en Israel, el agua depende sólo de la lluvia que obviamente no está en las manos del hombre. Moshé quería que ellos reconocieran que a pesar de que se iba a requerir más esfuerzo para asegurar la subsistencia en el escenario natural de Israel que en el desierto, el resultado final no dependería menos de Dios que cuando el maná descendía directamente desde el Cielo.
Desafortunadamente, sólo Calev y Yehoshua comprendieron este punto. Los otros sólo vieron que estaba más allá de sus habilidades “naturales” conquistar la tierra y concluyeron que incluso Dios mismo, por así decirlo, no podría ayudar porque Él había elegido que ellos estuvieran gobernados por el orden natural. Este razonamiento los llevó al llanto sin sentido de la noche de Tishá B’Av cuando la gente lloró como señal de desesperanza.
Para corregir las lágrimas sin sentido de esa víspera de Tishá B’Av en el desierto, nuestros Santos Templos fueron destruidos en Tishá B’Av y fuimos expulsados al exilio donde llegaríamos a ver claramente nuestra dependencia de Dios. Pero en vez de llorar de impotencia, nuestras lágrimas en Tishá B’Av deben proclamar: “Dios, Tú prometiste que seríamos redimidos del exilio. No podemos alcanzar esa redención a través de nuestros esfuerzos. Por eso, Tú debes redimirnos”.
El rabino Yerujam Levovitz, el gran Mashguiaj de Mir, explica la Mishná al final de Sotá y dice que el Mashiaj no va a venir mientras nosotros atribuyamos nuestros éxitos y fracasos a las causas “naturales”. Mientras nosotros busquemos explicaciones políticas, económicas y sociológicas para los eventos del mundo y nos excusemos del estudio de la Torá sobre la base de que debemos ganarnos la vida, no mereceremos el fin de nuestro exilio.

Que fortalezcamos nuestra fe y confianza en Dios para que podamos finalmente secar las lágrimas de Tishá B’Av y podamos celebrarlo con júbilo, porque un Redentor habrá llegado a Zión.

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