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lunes, 9 de mayo de 2016

España en mapas (I): Evolución de las diócesis



Una cuestión muchas veces desconcertante para el genealogista es el hecho de que una misma población haya estado sujeta a diferentes dependencias en lo civil, eclesiástico y militar a lo largo del tiempo. Esto supone que los archivos a investigar no son siempre los que corresponderían según los actuales límites que conocemos.
En lo relativo a la organización eclesiástica de España, conocer esta evolución es importante por cuanto los archivos episcopales conservan documentación de sumo interés. Especialmente la sección relativa a expedientes matrimoniales, pero también las de capellanías (vinculaciones destinadas a clérigos, que generaban muchas veces pleitos con aportación de genealogías), documentación sobre religiosos, incluyendo sus expedientes (en muchos casos con pruebas testificales y documentales de filiación) y en general pleitos y muy diversas cuestiones tanto materiales como jurisdiccionales donde es posible encontrar numerosísimas informaciones personales, tanto de eclesiásticos como de laicos.
Las nuevas diócesis han recibido en algunos casos documentación histórica relativa a su territorio, pero gran parte de los fondos han permanecido en los archivos de las antiguas sedes episcopales.
Aunque sería muy prolijo describir con detalle la evolución de las diócesis españolas, podemos sintetizarla en tres grandes etapas mostradas en los siguientes mapas:
Desde el siglo XVI hasta el Concordato de 1851
Mapa eclesiastico anterior concordato
Mapa eclesiastico anterior concordato
Fuente: Torres Villegas, F.J. Cartografía hispano-científica o sea los mapas españoles: en que se representa a España bajo todas sus diferentes fases, Impr. José María Alonso, Madrid, 1852.
Este mapa de la división eclesiástica de España anterior al Concordato con la Santa Sede en 1851 es en esencia el que había permanecido vigente desde el siglo XVI. Llaman la atención las inmensas archidiócesis de Toledo y Santiago de Compostela en las que aún se delimitaban territorios exentos pertenecientes a las órdenes militares. Por otra parte se puede observar que el número de diócesis era mucho menor al actual.
Es una división heredada aún de los reinos medievales y que contrastaba enormemente con la división política, muy especialmente tras el surgimiento de las provincias, tal como las conocemos hoy, delimitadas por Javier de Burgos y vigentes desde 1833.
Del Concordato de 1851 al de 1953
 Mapa eclesiastico posterior concordato
Mapa eclesiastico posterior concordato
Fuente: Torres Villegas, F.J. Cartografía hispano-científica o sea los mapas españoles: en que se representa a España bajo todas sus diferentes fases, Impr. José María Alonso, Madrid, 1852.
El Concordato de 1851 produjo numerosas modificaciones en la división eclesiástica de España, como puede observarse. Se redujo la extensión de los arzobispados mayores y se le da este rango a Valladolid, hasta entonces sufragánea.  Es un mapa más compensado, con la unión de algunas diócesis, la creación de otras y el trasvase de algunos territorios entre las sedes metropolitanas.
Pasa a ser una distribución más acorde con el mapa político español pero aún así con numerosas diferencias, que se mantendrán poco más de un siglo hasta el siguiente Concordato.
Del Concordato de 1953 hasta la actualidad

mapa eclesiastico actual
Es precisamente el deseo de adecuar la división eclesiástica a la política lo que motiva que en el siguiente Concordato entre España y la Santa Sede, en 1953, se establezca que para “evitar, en lo posible, que las diócesis abarquen territorios pertenecientes a diversas provincias civiles”, ambas partes “procederán, de común acuerdo, a una revisión de las circunscripciones diocesanas”, a lo que se añadía el compromiso por la Santa Sede de eliminar los enclaves, territorios de una diócesis situados dentro de otra.
Este proceso ha sido progresivo y en algunos casos tan reciente como la creación de la provincia eclesiástica de Mérida-Badajoz en 1994 cuyo territorio es actualmente muy similar al de la comunidad autónoma de Extremadura, aunque aún se mantienen varias vicarías extremeñas bajo dependencia del arzobispado de Toledo.

© Antonio Alfaro de Prado

Los registros parroquiales y civiles, ejes genealógicos



registros civiles y parroquiales
Las fuentes esenciales en España para la investigación genealógica son dos, los registros parroquiales y los civiles. Si tenemos acceso a ambos para las fechas y lugares que nos interesan podremos elaborar a la perfección un magnífico árbol familiar con todas las ramas que hayan existido.  La anotación sistemática de los bautizos/nacimientos, matrimonios y defunciones nos permitirán encadenar las generaciones y dar  forma al armazón genealógico que posteriormente deberemos ir complementando con otros datos vitales.
En España los registros parroquiales habían comenzado a realizarse en algunas, muy pocas, parroquias ya a principios de 1300 y fue promoviéndose su uso en sucesivos concilios peninsulares, pero es finalmente durante el concilio de Trento (1545-1563) cuando se recoge explícitamente su obligatoriedad, adquiriendo rango de ley en 1564 al ratificar Felipe II lo allí aprobado.  En realidad se trató de la convalidación de una práctica generalizada ya que salvo algunos precedentes en los siglos XIV y XV la inmensa mayoría de las parroquias iniciaron sus primeros libros entre 1500 y 1550.
¿Todos los españoles figuran en estos registros? En principio sí ya que tras los diversos decretos de conversión o expulsión de judíos y moriscos desde 1492 hasta principios de 1500 todo el país había pasado a ser oficialmente católico y por tanto cualquier nacido debía ser bautizado, todo matrimonio era católico y los fallecidos debían recibir cristiana sepultura.
¿Qué grado de rigurosidad y fiabilidad tienen? En general son una fuente extremadamente fiable. Aunque fueron creados por la Iglesia para sus fines, los registros pronto adquirieron también fuerza probatoria para acreditar la filiación en el ámbito civil por lo que hubo especial interés no solo desde dentro de la institución sino entre la propia población para que fuesen anotados convenientemente estos sacramentos.
Un porcentaje muy significativo de los fondos parroquiales han sobrevivido desde su creación, aunque también es cierto que otras muchas parroquias sufrieron catástrofes naturales, incendios y también daños intencionados, especialmente durante la guerra de Independencia y a lo largo de la década de 1930, tanto por los asaltos y saqueos como por el devenir de la Guerra Civil.
registros civiles y parroquiales
Principales hitos en el desarrollo de los registros parroquiales y civiles en España
En paralelo a los registros parroquiales nacen en el XIX los Registros Civiles, un empeño de los liberales para conseguir que el Estado tomase el control de los registros básicos de la población. Debido a la inestabilidad política se sucedieron diversos proyectos, los de 1822 y 1835 fallidos, comenzando en 1841 un registro civil que se mantuvo hasta 1870 en que fue reemplazado por el actual, aún vigente.
Creados a imagen y semejanza de los mantenidos por la Iglesia, los registros civiles establecen la anotación de nacimientos, matrimonios y defunciones, independientemente de la condición religiosa de los sujetos. Coincidió, no casualmente, la creación del actual Registro Civil con la fugaz figura del matrimonio civil (vigente entre 1870-1875, no restaurado hasta 1931).
Los fondos del Registro Civil regulado en 1841 han sufrido amplias pérdidas ya que no pasaron a ser custodiados por los funcionarios del nuevo Registro; en el mejor de los casos fueron relegados a los archivos municipales o bien se destruyeron. El iniciado en 1871 sin embargo podemos decir que salvo contadas excepciones se conserva íntegro en todos los municipios.
Veremos en posts específicos qué contienen exactamente y cómo consultar tanto los registros parroquiales como los civiles.

Antonio Alfaro de Prado